sábado, 30 de marzo de 2013


Helenio Herrera con el Inter

En 1960 llegó al Inter el técnico hispano-argentino Helenio Herrera, que rápidamente imprimió al equipo su estilo demoledor. Un 3-1 frente a la Juventus en la primera vuelta y varios atropellos a los demás equipos dejaron a los nerazzurri con cuatro puntos de ventaja sobre la Juve. Pero la Vecchia signora nunca se rinde y, tras varios tropiezos del rival, logró igualar su puntuación.


Así se llegó al duelo de vuelta, el 16 de abril de 1961. Cuentan que el antiguo estadio Comunale se convirtió en un hervidero. Había aficionados hasta en el banquillo de Herrera; hasta detrás de las líneas del campo, a medio metro de los jugadores. La mayoría ni siquiera habían pagado su entrada. La pelota iba de un lado a otro; los gritos de la gente retumbaban sobre el césped. A la media hora de juego, un jugador del Inter llamado Morbello pegó la pelota en el palo: no es difícil imaginar la reacción del público y los altercados que provocaron la suspensión del partido. Según el reglamento, ante tal situación, el equipo visitante se llevaba la victoria por 0-2. Y así lo decidió la Federación Italiana. Pero la Juve presentó un recurso, y lo ganó. “El veredicto de la CAF, que nos dejaba dos puntos por debajo de la Juve, lo conocimos en Catania; entonces salimos a jugar con la moral por los suelos y perdimos por 2 a 0. Nos sentíamos estafados”, recordó más tarde un jugador del Internazionale. Estafados porque el presidente de la federación tenía un apellido famoso en las calles de Turín: Agnelli, Umberto Agnelli, padre de Andrea, el presidente de la Juventus. Angelo Moratti, el presidente perjudicado, tomó una decisión: su equipo, como el monje budista que protesta incendiándose a sí mismo, acudiría el 10 de junio al Comunale a aquel partido de repetición con los juveniles. El resultado ya lo conocéis. Omar Sívori, un argentino que estaba luchando el Balón de Oro, no tuvo piedad con los aprendices: marcó seis goles y acabó llevándose el premio. El único gol de los milaneses, el del honor, lo marcó Sandro Mazzola, una futura estrella: “no tenía ni que estar; tenía tres exámenes pero convencí al presidente para que me los dejara hacer por la mañana. Una vez terminados, cogí un coche del club que me llevó hasta Torino. Llegué justo a tiempo”. Tras hacerle un túnel a un rival, le pidió disculpas. Pero eso no es todo. Giampiero Boniperti, leyenda de la Juve, se descalzó sabiéndose campeón. Lentamente, se acercó a su entrenador.

-Tómalas. A mí ya no me sirven. Dejo el fútbol.

Juventus 9 - Inter 1


Helenio Herrera con el Inter

En 1960 llegó al Inter el técnico hispano-argentino Helenio Herrera, que rápidamente imprimió al equipo su estilo demoledor. Un 3-1 frente a la Juventus en la primera vuelta y varios atropellos a los demás equipos dejaron a los nerazzurri con cuatro puntos de ventaja sobre la Juve. Pero la Vecchia signora nunca se rinde y, tras varios tropiezos del rival, logró igualar su puntuación.


Así se llegó al duelo de vuelta, el 16 de abril de 1961. Cuentan que el antiguo estadio Comunale se convirtió en un hervidero. Había aficionados hasta en el banquillo de Herrera; hasta detrás de las líneas del campo, a medio metro de los jugadores. La mayoría ni siquiera habían pagado su entrada. La pelota iba de un lado a otro; los gritos de la gente retumbaban sobre el césped. A la media hora de juego, un jugador del Inter llamado Morbello pegó la pelota en el palo: no es difícil imaginar la reacción del público y los altercados que provocaron la suspensión del partido. Según el reglamento, ante tal situación, el equipo visitante se llevaba la victoria por 0-2. Y así lo decidió la Federación Italiana. Pero la Juve presentó un recurso, y lo ganó. “El veredicto de la CAF, que nos dejaba dos puntos por debajo de la Juve, lo conocimos en Catania; entonces salimos a jugar con la moral por los suelos y perdimos por 2 a 0. Nos sentíamos estafados”, recordó más tarde un jugador del Internazionale. Estafados porque el presidente de la federación tenía un apellido famoso en las calles de Turín: Agnelli, Umberto Agnelli, padre de Andrea, el presidente de la Juventus. Angelo Moratti, el presidente perjudicado, tomó una decisión: su equipo, como el monje budista que protesta incendiándose a sí mismo, acudiría el 10 de junio al Comunale a aquel partido de repetición con los juveniles. El resultado ya lo conocéis. Omar Sívori, un argentino que estaba luchando el Balón de Oro, no tuvo piedad con los aprendices: marcó seis goles y acabó llevándose el premio. El único gol de los milaneses, el del honor, lo marcó Sandro Mazzola, una futura estrella: “no tenía ni que estar; tenía tres exámenes pero convencí al presidente para que me los dejara hacer por la mañana. Una vez terminados, cogí un coche del club que me llevó hasta Torino. Llegué justo a tiempo”. Tras hacerle un túnel a un rival, le pidió disculpas. Pero eso no es todo. Giampiero Boniperti, leyenda de la Juve, se descalzó sabiéndose campeón. Lentamente, se acercó a su entrenador.

-Tómalas. A mí ya no me sirven. Dejo el fútbol.